En nuestro post de hoy sobre la historia de la música, hablaremos de una de las obras más importantes y trascendentales del mundo del Lied. El opus 39, ciclo de 12 canciones, el conocido Liederkreis del compositor alemán Robert Schumann. Aquí tenéis el álbum en Spotify por si queréis ir escuchando la obra al tiempo que la vamos analizando cada pieza y al final del post podéis encontrar también el álbum en Youtube. Por otro lado, al escuchar Lied es fundamental poder leer los textos, ya que el Lied es una forma musical en la que poesía, música y voz se unen de manera indisoluble, así que en esta web tenéis los textos en alemán y su traducción en español

Esperamos que podáis disfrutar de esta colección de canciones, una de las más bellas de todo el romanticismo.

Contexto histórico de la obra.

Hacia 1830, finalizada la era napoleónica, florece en Alemania un espíritu renovado, una nueva escuela nacida del romanticismo de Beethoven y Schubert, sustentada en tres pilares fundamentales: la búsqueda de inspiración en la edad antigua, el rechazo del virtuosismo vacío del pasado más reciente y el deseo de lograr una «nueva era poética».

Surge un nuevo ideal cuyo propósito es alcanzar la alianza entre la música y una causa poética que la justifique. Esta aspiración, inundará la creatividad musical europea a través de distintas generaciones de compositores e intérpretes más allá de los comienzos del siglo XX.

Al mismo tiempo, del período anterior permanecen intactas, por un lado, la voluntad de ir más allá de la realidad tangible, la insaciable necesidad de superar lo conocido, y por otro, el abrazo de lo contradictorio, la fusión de elementos incompatibles fundidos en una única entidad.

La canción, perfecta unión de música y verso, se alza como un destacado instrumento con el que expresar toda esta sensibilidad.

Si estás buscando música para tu boda o cóctel, contacta con nosotros
o llámanos al  639 270 663

Robert Schumann

La razón por la que Robert Schumann rompe en 1840 con una década de dedicación casi exclusiva a la composición pianística para sumergirse en el mundo del Lied, ha sido calificada de «enigmática» por algunos investigadores. Es cierto que la respuesta no es fácil si tenemos en cuenta que en junio del año anterior, en una carta al crítico y compositor Herrmann Hirschbach, Schumann proclama: «durante toda mi vida he considerado la música instrumental superior a la vocal».

Robert y Clara Schumann

Si bien en 1822 había perdido su interés compositivo por el Lied, Schumann no se aleja totalmente del mundo de la canción. En 1837, como editor de la Neue Zeitschrift, invita a los jóvenes compositores a enviar para el suplemento de esta revista canciones y obras breves para piano, al tiempo que participa en la elección de las obras que se publican. La popularidad del Lied y su sencillez musical muestran al compositor el valor práctico y comercial de esta forma y, en los años siguientes, su relación con la canción se transforma gradualmente. En 1840 Schumann halla en el Lied un nuevo mundo de posibilidades poéticas y musicales que resquebrajan sus barreras contra la música vocal. 

Liederkreis op. 39

El Liederkreis op. 39 es una colección de doce canciones con textos del poeta y novelista alemán Joseph von Eichendorff (1788-1857), extraídos de sus obras Ahnung und Gegenwart (Idea y presente, 1815), Viel Lärmen um nichts (Mucho ruido y pocas nueces, 1833) y Dichter und ihre Gesellen (Los poetas y sus compañeros, 1834). Finalizada en mayo de 1840 —del mismo año es su primer Liederkreis op. 24 con poemas de Heinrich Heine—, ha sido un período difícil para Schumann, inmerso en pleno litigio para legitimar, en contra de la voluntad del padre, su matrimonio con Clara Wieck. No obstante, la sensibilidad y creatividad del compositor perseveran con gran determinación y no duda en escribir a su esposa: «El ciclo de Eichendorff es mi música más romántica y contiene mucho de ti, querida Clara».

La colección se halla dividida en dos partes. Las seis primeras canciones dibujan una línea optimista frente a la melancolía de las cinco siguientes para, con la última, cerrar de manera entusiasta. Todas ellas se hallan sutilmente hiladas a través de simetrías tonales, desde la tonalidad de Fa sostenido menor, hacia el clímax en Si, culminando finalmente en Fa sostenido mayor.

La colección mantiene una extraordinaria cohesión en su ausencia de acción al quedar confinada en un ensoñamiento brumoso y solitario. En él, las almas del poeta y del compositor expresan su pensamiento más romántico al fundirse en música y palabra la nostalgia, la soledad, el destierro, noches de luna, secretos, leyendas, sueños, castillos, riachuelos, bosques y los recuerdos del pasado.

In der Fremde, melancólica e íntima, es una la visión de la propia muerte del poeta, para él anhelada y liberadora. En el verso «¡Qué pronto, ay, qué pronto llegará el tiempo silencioso!», aparece por primera vez el salto de quinta que se desarrolla a lo largo de todo el ciclo resaltando algún aspecto optimista, en este caso, el deseo de la muerte. El eco pianístico simboliza el recuerdo de la lejanía temporal y geográfica de un pasado que no volverá.

Idéntico recurso utiliza Schumann en Intermezzo bajo el prisma del recuerdo amoroso. La imagen de la amada conservada en el lo más profundo del corazón surge de manera desbocada en el piano, al tiempo que el amante exhibe una típica imagen romántica alemana: «Mi corazón plácidamente entona una vieja y hermosa canción».

El Romanticismo buscaba escapar de su tedioso presente refugiándose en la atmósfera de épocas lejanas. Una de las más recurrentes es la Edad Media y sus misteriosas leyendas. Waldesgespräch es un mágico diálogo en la profundidad del bosque. La voz casi recitada del héroe queda envuelta en los toques de trompa evocados por los intervalos de cuartas en el piano, mientras que la melódica y aparentemente inocente voz de la dama del bosque es sustentada por un seductor acompañamiento de arpa. Al tiempo que el caballero descubre a la misteriosa dama, «¡Eres la bruja Loreley!», una cadencia frigia —escala antigua ya en desuso en la música cultivada del XIX— nos transporta musicalmente varios siglos atrás.

Die Stille, dulce melodía transformada en jubiloso vals, es la declaración de un amor secreto que sueña con liberarse. Sin embargo, la soledad romántica es demasiado poderosa y termina por silenciar al enamorado.

Mondnacht, de enorme belleza, es probablemente el Lied más conocido de la colección y una de las obras más famosas de Robert Schumann. La canción es una proyección de su situación anímica: a lo largo de la pieza suenan en el piano las notas Mi-Si-Mi —en el sistema de notación musical alemán E-H-E (casamiento)— clara alusión a las dificultades por las que pasaba la pareja. Refuerza esta idea que Schumann toma prestada la melodía inicial de la canción Nimm sie hin denn, diese Lieder («Toma, pues, estas canciones»), perteneciente al primer ciclo de su admirado Beethoven, An die ferne Geliebte (A la amada lejana, 1816), cuya melodía original canta: «Para que estas canciones venzan aquello que tanto nos separa, y un corazón que ama alcance aquello a lo que se ha consagrado».

El apogeo de la colección llega con la lírica y pasional Schöne Fremde, en la que el poeta introduce al solitario caminante en la misteriosa y seductora noche. El murmullo del piano termina por envolver al vibrante canto en una gran coda final llena de esperanza.

Auf einer Burg, cuya fascinante gravedad recuerda a un coral alemán a cuatro partes es la antítesis de In der Fremde, delicado homenaje a la naturaleza más sonora y oración por la identidad nacional perdida.

Cargadas de emotividad y lirismo se presentan Wehmut, himno a la más exacerbada individualidad y melancólico canto vinculado a un denso acompañamiento pianístico, personificación de la pesadumbre y de la nostalgia, Zwielicht, terrible y amenazadora, cuya introducción recuerda a una invención bachiana, y Im Walde, en la que el alegre ritmo de caccia queda enturbiado súbitamente por los sombríos presagios del alma.

Al fin, cierra la colección Frühlingsnacht. De nuevo la noche, pero una noche nueva. Una primavera llena de aromas frescos y alentadores transportados por un ardiente piano. Conmovedoras resultan las últimas palabras del poeta musicadas por Schumann tras tanto sufrimiento: «¡Ella es tuya! ¡Ella es tuya!».

 

Posts relacionados:

NOTA: El texto de este análisis es parte del que Jesús, nuestro tenor en Grupo Swan, escribió para el teatro de la Zarzuela, para el ciclo de Lied en octubre de 2010.