Franz Liszt (1811-1886) nació en una pequeña población de Hungría, en el Imperio Austriaco. Su padre, Adam Liszt aprovechó las dotes del niño prodigio para hacer conciertos al igual que había hecho Mozart, invirtiendo el dinero de los mismos en su educación. En 1840 inventa el recital de piano tal y como lo conocemos hoy en día y en 1847 acepta el puesto de director musical del duque de Weimar, donde desarrolla su faceta compositiva. Es la época en la que destacan sus poemas sinfónicos.
La carrera compositiva de Liszt evoluciona gracias a la cantidad de influencias que recoge:
- Su herencia húngara, que se manifiesta en sus composiciones basadas en temas nacionales o inspiradas en su folklore y en el carácter fogoso, dinámico e impulsivo de muchas de sus obras.
- Su formación germánica.
- Su ideal de música programática.
- La cualidad melódica, el empleo del rubato y las innovaciones armónicas de Chopin, que Liszt siguió ampliando y desarrollando.
El estilo de Liszt se basa en dos pilares:
1.- En la idea de la transformación temática, es decir, la evolución de una misma idea musical por medio de varios procedimientos, dando lugar a atmósferas diferentes: marcial, lírica, juguetona.
2.- En el desarrollo cíclico que se alcanza desde el punto de vista temático que también influye en el formal.
Música programática y poema sinfónico.
A mediados del siglo XIX a Liszt le preocupaban cuestiones relacionadas con el futuro de la música instrumental; era de la opinión de que las formas tradicionales de la música instrumental estaban prácticamente agotadas. El género instrumental, en su conjunto, parecía haber llegado a su fin, los compositores se habían desviado del ideal clásico y en su creciente predilección por lo único y lo original habían abandonado progresivamente los géneros musicales tradicionales, como la sinfonía y la sonata, o bien los habían transformado radicalmente.
El intento de no abandonar los géneros tradicionales fue la razón por la que músicos como R. Schumann, H. Berlioz y otros compositores acudieron a los programas, los títulos evocadores y la asociación de la música con modelos literarios.
Liszt fue el principal compositor de música programática posterior a Berlioz. Doce de sus poemas sinfónicos los escribe entre 1848 y 1858. Y en 1883 compone una decimotercera obra de este género, producto tardío de los últimos años del compositor.
El poema sinfónico, el nuevo género ideado por Liszt designa una composición que, al tiempo que tiene relación con la tradición sinfónica, la renueva gracias a la adopción de una idea poética central.
El nombre de poema sinfónico es significativo, estas piezas son sinfónicas pero Liszt no las denominó sinfonías, probablemente porque son relativamente breves y no están divididas en movimientos separados según un orden convencional. En cambio, cada uno de ellos posee una forma continua con diversas secciones más o menos contrastantes en tempo y carácter y pocos temas desarrollados, repetidos, variados o transformados de acuerdo con el diseño particular de cada obra.
También es posible que la designación de poema se refiera sencillamente al significado de la raíz de esta palabra “algo inventado” o al contenido poético del programa de cada obra.
La concepción de la música de programa en Liszt no es descriptiva, sino poética. El programa consiste según la definición del propio Liszt en «añadir a la música una premisa en una lengua comprensible con ella el compositor se plantea la meta de impedir interpretaciones poéticas arbitrarias por parte de quienes escuchan respecto a su propia obra, y en dirigir preventivamente la atención sobre la idea poética, sobre un punto concreto del todo».
Los poemas sinfónicos de Liszt.
Liszt reunió bajo la denominación común de poemas sinfónicos, piezas de muy diversa índole en cuanto a su origen, desarrollo temático y forma musical.
Se desarrollan en formas y tamaños variados que van desde los diez minutos de duración como Hamlet, hasta los aproximadamente cuarenta de Ce qu’on entend sur la montagne. Todos constan externamente de un solo movimiento, salvo el último, De la cuna a la sepultura compuesto más tarde y que tiene tres movimientos.
La idea poética de los doce poemas sinfónicos compuestos entre 1847 y 1858, la mayoría de las veces, está tomada de una composición literaria como por ejemplo Ce qu ‘on entend sur la montagne de Víctor Hugo, Tasso de Goethe, Lamento y triunfo de Byron o Hamlet de Shakespeare.
Algunos de estos poemas se desarrollan y amplían hasta dimensiones de sinfonía en un movimiento, que contienen vestigios de la forma sonata y de los contrastes de carácter y tempo encontrados en la secuencia tipo de cuatro movimientos. Otros, son oberturas escritas como introducciones de determinados trabajos teatrales como Tasso, Les préludes, Prometheus, el ya nombrado Hamlet y Orpheus.
Origen.
El origen del poema sinfónico es la de la gran obertura con argumento, destinada a vivir vida propia, con independencia de las obras teatrales que hayan podido provocar su nacimiento. Los programas de Liszt, como los de Hector Beriloz, no relatan el argumento de la música, aunque corren paralelos a ella. La música es una evocación de ideas y de estados de ánimo expresados en un medio diferente del tema original.
El género del poema sinfónico fue imitado por compositores como Smetana (Má vlast); César Franck (Psyché); Saint-Saens (Le Rouet d’Omphale, Dansecmacabre), y Tchaikovski (Francesca da Rimini).